Entrevista de El País a Fabiana Rodríguez de Blue Jeans.
16:50Line Dance Group: Los uruguayos aprenden a bailar música country
En 2009, Fabiana Rodríguez creó Blue Jeans Group, para fans del baile en línea. Su esposo, César González, es uno de los fundadores de la Asociación de Música Country de Uruguay.
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ANALÍA FILOSI
Sábado, 11 Julio 2020 04:00
Es muy probable que la serie española Merlí haya acercado –o reacercado– a muchos a la filosofía y sus autores. Lo que la mayoría ignora es que la historia que gira en torno a un muy peculiar profesor de filosofía de secundaria (Francesc Orella) también despertó el deseo de aprender a bailar country, algo que vemos hacer a Merlí en uno de los capítulos de la serie que está en el catálogo de Netflix.
“Me contactaban y me decían ‘acabo de ver a Merlí haciendo esto, esto y esto, ¿vos seguís dando clases?’”, recuerda Fabiana Rodríguez sobre muchos de los alumnos que le llegaron después de 2017. Empezó a enseñar a bailar música country en 2009 y es hasta el momento la única que se encuentra en Uruguay para aprender las bases del Line Dance Group, como se conoce a este baile muy típico de los vaqueros de Estados Unidos
La idea surgió cuando su esposo César volvió un día de una reunión de la Asociación de Música Country de Uruguay, de la que es uno de sus fundadores, comentándole que se les había ocurrido empezar a bailar. A Fabiana, que le fascina todo lo que tiene que ver con el baile y justo ese día no había podido acompañar a César, le encantó la idea y decidió sumarse para aprender los pasos de este género.
Comenzó a consultar tutoriales en internet y a formarse de manera autodidacta. “Cuanto más consumía videos, más me gustaba. Iba a las reuniones de la asociación con los pasos adquiridos, todas las coreografías. Empecé a explicarle a los demás y se fue sumando gente”, relata.
Hoy cuenta con un promedio de entre 20 y 25 alumnos que cada año, una vez a la semana, se juntan una hora y media para aprender los pasos y estudiar las cuadrículas que plantea el baile.
“Hay de todo. Siempre se suman más las mujeres. La edad varía; he tenido alumnos desde los 20 hasta los 60 y pico de años. Van solos, en pareja, con amigos, madre e hija… Lo importante es tener ganas de divertirse y que les guste la música; es lo básico, no importa nada más”, aclara la profesora sobre lo que para ella es un hobby; el sustento económico se lo da su trabajo como administrativa en una empresa.
Comenzó a consultar tutoriales en internet y a formarse de manera autodidacta. “Cuanto más consumía videos, más me gustaba. Iba a las reuniones de la asociación con los pasos adquiridos, todas las coreografías. Empecé a explicarle a los demás y se fue sumando gente”, relata.
Hoy cuenta con un promedio de entre 20 y 25 alumnos que cada año, una vez a la semana, se juntan una hora y media para aprender los pasos y estudiar las cuadrículas que plantea el baile.
“Hay de todo. Siempre se suman más las mujeres. La edad varía; he tenido alumnos desde los 20 hasta los 60 y pico de años. Van solos, en pareja, con amigos, madre e hija… Lo importante es tener ganas de divertirse y que les guste la música; es lo básico, no importa nada más”, aclara la profesora sobre lo que para ella es un hobby; el sustento económico se lo da su trabajo como administrativa en una empresa.
Clases en Uruguay y en el exterior
El Line Dance Group es muy popular en España, donde tiene sede la Line Dance Association. Fabiana ha participado dando cursos para la parte iberoamericana. “Cuando di una clase abierta para Baleares, hubo entre 400 y 500 personas conectadas, que eran básicamente españoles y mis alumnos que me siguen a todos lados”, cuenta. Tiene una alumna uruguaya que vive en Ecuador y toma sus clases porque en ese país no consigue quien le enseñe. Además, cuando a Uruguay llegan bailarines de España y Argentina se suman a sus clases. Con el grupo de uruguayos ha hecho presentaciones en la Embajada de EE.UU., en Sala Zitarrosa con la banda Montevideo Retro Rock, en el Museo Naval para la Noche de los Museos y fiestas privadas. Web: bluejeansgroup.com, además de estar en Facebook y Twitter.
Alineados.
El Line Dance Group se baila solo, o sea que no exige contacto con el otro. “Muy importante hoy en día”, dice mitad en broma, mitad en serio Fabiana, haciendo referencia a las medidas sanitarias que hoy debemos adoptar por la COVID-19.
Los bailarines se colocan en línea, en una cuadrícula, y van girando sobre lo que llaman “las cuatro paredes del baile”. La coreografía se repite en cada pared. Hay bailes desde 16 hasta 128 o 164 tiempos, todo depende de lo avanzado que estén los alumnos.
La habilidad para aprender depende de cada persona. “Hay quienes aprenden más fácil y otros más lento. He tenido grupos que ya el primer día salen bailando y otros a los que les cuesta un poquito más, pero a los dos o tres meses ya están bailando coreografías”, apunta Fabiana.
Cada semana se enseña una coreografía nueva y se repasan las anteriores. Cada coreografía incorpora un nuevo movimiento que tiene un nombre determinado. “Entonces, a medida que van aprendiendo la terminología es más fácil porque, cuando yo digo hacemos tal o cual paso, ya saben qué hacer y no tengo que explicar cómo se hace”, detalla la docente.
Aclara que, si bien los cursos comienzan en marzo y van hasta noviembre, no es necesario empezar desde el primer día; los alumnos se pueden incorporar en cualquier momento del año porque las coreografías arrancan siempre de cero. “La gente que va es fantástica y apoya mucho a los nuevos así que, por más que ingresen con el curso empezado, entre ellos se ayudan para que las coreos que no se aprendieron, se vayan adquiriendo durante el curso”, destaca.
Se pagan cuotas mensuales que sirven para afrontar los gastos fijos, como el alquiler del local y el traslado de los equipos de música. “Por eso el valor de la cuota varía de acuerdo a la cantidad de alumnos que tenga”, explica.
Este año las clases comenzaron a dictarse en Casa de Salto, pero durante muchos años fueron en la academia Loki Dance, en la Unión. La elección del lugar depende de lo que sea más adecuado para el tamaño del grupo; por lo general se dan en academias de baile dado que disponen de un buen espacio.
Los bailarines se colocan en línea, en una cuadrícula, y van girando sobre lo que llaman “las cuatro paredes del baile”. La coreografía se repite en cada pared. Hay bailes desde 16 hasta 128 o 164 tiempos, todo depende de lo avanzado que estén los alumnos.
La habilidad para aprender depende de cada persona. “Hay quienes aprenden más fácil y otros más lento. He tenido grupos que ya el primer día salen bailando y otros a los que les cuesta un poquito más, pero a los dos o tres meses ya están bailando coreografías”, apunta Fabiana.
Cada semana se enseña una coreografía nueva y se repasan las anteriores. Cada coreografía incorpora un nuevo movimiento que tiene un nombre determinado. “Entonces, a medida que van aprendiendo la terminología es más fácil porque, cuando yo digo hacemos tal o cual paso, ya saben qué hacer y no tengo que explicar cómo se hace”, detalla la docente.
Aclara que, si bien los cursos comienzan en marzo y van hasta noviembre, no es necesario empezar desde el primer día; los alumnos se pueden incorporar en cualquier momento del año porque las coreografías arrancan siempre de cero. “La gente que va es fantástica y apoya mucho a los nuevos así que, por más que ingresen con el curso empezado, entre ellos se ayudan para que las coreos que no se aprendieron, se vayan adquiriendo durante el curso”, destaca.
Se pagan cuotas mensuales que sirven para afrontar los gastos fijos, como el alquiler del local y el traslado de los equipos de música. “Por eso el valor de la cuota varía de acuerdo a la cantidad de alumnos que tenga”, explica.
Este año las clases comenzaron a dictarse en Casa de Salto, pero durante muchos años fueron en la academia Loki Dance, en la Unión. La elección del lugar depende de lo que sea más adecuado para el tamaño del grupo; por lo general se dan en academias de baile dado que disponen de un buen espacio.
Convocatoria.
La cantidad de interesados en el Line Dance Group ha ido aumentando con el transcurso del tiempo. “Hay gente que está desde los inicios y se ha mantenido en el correr de los años, y hay gente que va y viene, que de repente no va un año o unos meses… pero normalmente todos los años alguno se suma”, cuenta Fabiana.
Para bailar no hace falta más que contar con un calzado que sea cómodo y deslice, que no se frene, o sea, que no sea de goma o caucho. “Y una botellita de agua –acota la profesora–, que parece que no, pero es muy necesaria”.
Normalmente van de jeans; algunos se lookean un poco más y usan camisas a cuadros. “Se utiliza mucho el sombrero. Incluso para determinados bailes, cuando vas adquiriendo la impronta, tenés que saludar con el sombrero, entonces es importante tenerlo”, aclara.
A Fabiana le gustaría que hubiera más bares o pubs en los que estuviera presente la música country. “Hubo uno en Parque Rodó que nos brindaba un espacio de unas dos horas más o menos, pero cerró. Nos juntábamos y, de paso, bailábamos”, recuerda.
Por el momento se desquitan con las clases, que espera que pronto vuelvan a ser presenciales. “Es un gran tema porque el salón de Casa de Salto es pequeño y tendría que haber más distanciamiento entre las personas, no me entrarían todos y tampoco está bueno que unos vayan y otros no”, explica con la esperanza de que en breve puedan volverse a juntar.
Para bailar no hace falta más que contar con un calzado que sea cómodo y deslice, que no se frene, o sea, que no sea de goma o caucho. “Y una botellita de agua –acota la profesora–, que parece que no, pero es muy necesaria”.
Normalmente van de jeans; algunos se lookean un poco más y usan camisas a cuadros. “Se utiliza mucho el sombrero. Incluso para determinados bailes, cuando vas adquiriendo la impronta, tenés que saludar con el sombrero, entonces es importante tenerlo”, aclara.
A Fabiana le gustaría que hubiera más bares o pubs en los que estuviera presente la música country. “Hubo uno en Parque Rodó que nos brindaba un espacio de unas dos horas más o menos, pero cerró. Nos juntábamos y, de paso, bailábamos”, recuerda.
Por el momento se desquitan con las clases, que espera que pronto vuelvan a ser presenciales. “Es un gran tema porque el salón de Casa de Salto es pequeño y tendría que haber más distanciamiento entre las personas, no me entrarían todos y tampoco está bueno que unos vayan y otros no”, explica con la esperanza de que en breve puedan volverse a juntar.
Asociación, un blog y una radio online
César González, el esposo de Fabiana, es uno de los fundadores de la Asociación de Música Country de Uruguay. La creó en 2004 con un grupo de amigos y en 2009, cuando la movida se intensificó con festivales en la Ciudad Vieja y algunos toques en Shannon Irish Pub, empezó un blog para difundir información de este género musical. “Hace tres años se me ocurrió anexarle la primera radio de música country online, elsaloon.com”, cuenta César sobre una emisora en la que se escuchan tanto temas en inglés como de artistas de la región. “Son muy pocos los grupos en la historia de Uruguay, pero alguno hay”, dice. De lunes a viernes, a las 20 horas, se emiten podcasts: uno uruguayo (Top Country Hits, de Raúl Tejeiro, presidente de la asociación), tres españoles y dos argentinos. “No hay programas en vivo, no hay tiempo para eso, aunque me gustaría”, dice y aclara que para él todo esto es un hobby, vive de su trabajo como administrativo en una importadora. Señala que los oyentes no son muy abundantes en la región. “Son pocos los países en los que suena la música country: Brasil, Argentina (muchísimo), Perú, Uruguay y Chile (en estos dos últimos, muy poquito), y hasta México nadie más escucha música country”, apunta. Sí tiene muchos oyentes de España. “Con la radio quería que quedara algo en internet demostrando que acá también se hace música country y no es una copia de la americana”, agrega. En cuanto a la asociación, actualmente tiene unos 30 miembros. Antes de internet, se juntaban para intercambiar discos, libros o información; ahora se reúnen para algún toque de una banda. “Se ha acercado mucha gente del baile, amigos, músicos, fans… diferentes tipos de adeptos. También hay amigos que hemos hecho gracias a la asociación”, destaca.
En Uruguay hay varios exponentes del country
César González cuenta que en Uruguay hay artistas de música country. Nombra como ejemplo a Montevideo Hot Country, “una banda de veteranos”. También existió una banda de bluegrass que se llamaba Hickory Winds. Hay una banda de rock sureño que suena a country, General Lee. Nacho Sejas, que pertenecía a General Lee, está grabando un disco solista de música country. Está la banda Vintage, de un californiano que vive en Uruguay. “Pero es toda gente que no sale del bar y que nos juntamos los amigos a escucharlos, tomar algo y termina ahí”, señala quien tiene gustos personales muy amplios. “Los tradicionales, como Alan Jackson, Willy Nelson, Johnny Cash. Lo mío es los años 80, los 90 y 2000; todo muy comercial o clásico. No me gusta el nuevo country”, aclara.
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